Elpoderbanilejo.com Para Rosa María Morillo, el lunes 14 de agosto transcurría en aparente calma. No realizó sus labores acostumbradas de limpieza en casas de familia y se dedicó a varias diligencias. La última fue acudir a una tienda de plásticos de San Cristóbal, en compañía de su hija. Dicha visita culminó con una explosión que dejó quemaduras en gran parte de su cuerpo y la muerte de más de 30 personas.
Desde su vivienda en el barrio La Piscina, la mujer de 29 años, madre de tres niños, narró a Diario Libre que tras inscribir a uno de sus hijos en un curso e ir a la escuela para intentar conseguir útiles escolares, se dispuso a caminar con Ruth Esther (Carla), de seis años, por la calle Padre Ayala para comprar unos plásticos para el techo de zinc de su vivienda.
"Yo estaba en la orillita (de la tienda), iba a dar unos pasos para entrar a pagar cuando doblé el plástico, que lo sacudí, ahí fue que pasó. Yo nada más dije Carla, ven", detalla la mujer, quien salió disparada de donde se encontraba tras la explosión.
Fuente: Diario Libre
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